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miércoles, 2 de mayo de 2012

¿Todo culpa suya?

Estás sentada con la espalda apoyada en la puerta de tu habitación, con un bolígrafo en la mano y una hoja de papel en el suelo. Tu mano tiembla, y vuelven a brotar las lágrimas de tus ojos, por tercera vez en todo el día. ''A mi familia'' Escribes en la parte superior de la página, pero decides que es una mala manera de empezar tu carta de suicidio. Lo intentas de nuevo, empezar de nuevo una y otra vez, pero no sabes ni por dónde empezar. Nadie te entiende, nadie sabe lo que estás pasando, estás solo. O al menos eso es lo que tú crees. A nadie le importa si estás vivo o no, que no significas nada para nadie. Es de noche, te levantas y te tiras a la cama. ''Adiós'' susurras en medio de toda la oscuridad. Y con eso, empieza tu respiración agitada, y acabas con todo. Ningún organismo se preocupa, ¿verdad? Bueno, creo que pensaste mal. Un miercoles a la mañana siguiente, 14:21 de la tarde. Tu madre viene y llama a tu puerta. Ella no sabe que tu ya no puedes oírla, no sabe que ya te has ido y que a sido para siempre. Toca unas cuantas veces más, grita tu nombre un par de veces. Cuando no hay respuesta del otro lado de la puerta, la abre y grita tu nombre. Se desploma en el suelo, mientras tu padre sube apresurado hacía la habitación. Tus hermanos ya se han ido al colegio. Tu madre, muy débil, saca energía de algún lado y se acerca poco a poco a la cama. Se inclina hacía el cadáver, llorando, apretando la mano y gritando. Tu padre está tratando de permanecer fuerte, pero las lágrimas se escapan solas de sus ojos. Con la mano derecha intenta llamar a urgencias, mientras que con la izquierda la acaricia la espalda. Tu madre se culpa. Se arrepiente de todas esas veces que ella te había dicho 'no' a ti, de todas esas veces que te había gritado, o de esos momentos que te había mandado a tu habitación por algo estúpido. Tu padre se siente culpable por no estar allí cuando tu le pediste ayuda, por estar lejos de casa, en el trabajo

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